Prensa de Coahuila

El calentamiento global ha afectado el ingreso per cápita de los países más pobres entre 17 y 30 por ciento, de acuerdo a un estudio de Marshall Burke y Noah Diffenbaugh, investigadores de la Universidad de Stanford.

Este es uno de esos datos que trasladan las catástrofes climáticas producidas por el ser humano al terreno de la vida cotidiana. El desastre ambiental que afecta al planeta ahonda indudablemente la pobreza y la injusticia social.

Esto sucede porque las consecuencias del calentamiento global, como oleadas de calor, grandes huracanes y sequías prolongadas, entre otros, afectan las actividades productivas, sobre todo la agricultura, base de la economía de los países más pobres, que además no están en condiciones económicas de afrontar las consecuencias del cambio climático

Burke y Diffenbaugh encontraron, además, algo verdaderamente perturbador: las naciones más ricas se están beneficiando del cambio climático, especialmente las de clima más frío, como Suiza y Noruega.

Las grandes potencias construyeron y mantienen una buena parte de su prosperidad destruyendo la naturaleza. Dos ejemplos: la expansión norteamericana al oeste terminó con los búfalos y los sembradíos de la United Fruit dañaron considerablemente las selvas de Centroamérica.

Hagamos una pausa para explicar que no es lo mismo ser una potencia económica que ser un país rico. El primer indicador se mide por el total del PIB nacional, el segundo por el ingreso per cápita. En esta segunda categoría, nuestro vecino del norte esta en el décimo lugar y China ni pinta. Suiza es el sexto y Noruega el séptimo.

Pero en general, los países capitalistas del norte, que muy a menudo se convierten en jueces implacables en muchas materias, tienen una deuda inmensa con la humanidad. Para llegar a donde están, igual esclavizaron pueblos que lanzaron bombas atómicas. Por ejemplo, poco se difunde sobre Bélgica, una prospera nación que a inicios del siglo 20 expoliaba el oro de África y tenía practicas tan terribles como mutilar las manos de los trabajadores o exhibir a niños negros en sus zoológicos.

Volviendo a los países pobres, la Premio Nobel en Economía, Esther Duflo, calcula que, sin contar las que acarrea la pobreza, a finales de siglo registrarán 73 muertes por cada 100 mil habitantes, como consecuencia directa del calentamiento global. El equivalente a todas las muertes por enfermedades infecciosas en la actualidad.

Como el mismo Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, Duflo considera que los compromisos de las naciones son insuficientes y además no se están cumpliendo. Las razones son ya visibles: hay países y grandes capitales a los que beneficia la catástrofe y son, claro, los que más contaminan.

El neoliberalismo descarnado va a hundir a la humanidad. En fin, sigamos creyendo en los comerciales de las grandes refresqueras que nos dicen que van a salvar el planeta con la simple acción de limpiar una de las cientos de playas que su Pet contamina diario.

Es inminente que, no tan a la larga, se verán igualmente afectadas, pero por ahora solo protegen la ganancia inmediata.

RUBÉN MOREIRA VALDEZ

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