La conversión de Pannenberg maduró en el contexto de los años del nazismo y la Segunda Guerra (1939-1945). Padeció la violencia, sufrió hambre, migró en varias ocasiones, fue enrolado en el ejército nazi y capturado por los ingleses
El teólogo luterano Wolfhart Pannenberg nació en Stettin, Alemania, en 1928. Después de la guerra esta población -puerto pasó a Polonia. No obstante, pertenecer a una familia cristiana no fue educado de manera rigurosa en la religión. La fe llegó hasta 1945, en la noche del día de la Epifanía, cuando tuvo un momento místico que lo acercó a Jesús.
La conversión de Pannenberg maduró en el contexto de los años del nazismo y la Segunda Guerra (1939-1945). Padeció la violencia, sufrió hambre, migró en varias ocasiones, fue enrolado en el ejército nazi y capturado por los ingleses.
Pannenberg era dueño de una sobresaliente capacidad de análisis y síntesis. Su reflexión intelectual incluía a grandes filósofos, entre ellos Nietzsche y Marx. También tuvo una gran afición por la música, por el piano y Von Karajan.
Estudió teología en Berlín, Tubinga y Basilea. Fue alumno de Karl Barth y Karl Jaspers. Profesor de teología sistemática en las universidades de Wuppertal (1958-1961), Mainz (1961-1968) y en Múnich, de 1968 hasta su muerte en 2014.
De Barth le impresionó la firmeza de la exclamación: “Dios es Dios”, como síntesis de una teología que proponía la soberana libertad de Dios. Barth fue quien, ante el ascenso del nazismo y la cercanía de algunos pastores con Hitler, afirmó: “La Iglesia ha de servir, no al pueblo alemán o a la historia, sino a la palabra soberana de Dios”.
Pannenberg fue invitado como profesor a muchas universidades en Europa y Estados Unidos. Sostenía que la teología era una ciencia, no como la física o la matemática, pero sí como ciencia del espíritu, tan rigurosa en su metodología como cualquier otra.
En el centro de su pensamiento está su esfuerzo por entender al cristianismo a partir de lo que consideraba el “hecho más radical” de la historia, la resurrección de Jesús. Sostenía que lo único que puede satisfacer al ser humano es la aceptación de su realidad trascendente, hecho que lo relaciona con Dios.
Su obra más importante es la Teología sistemática. Algunos especialistas señalan que en su trabajo teológico destacan dos aspectos fundamentales: el diálogo con la ciencia y la filosofía, de un lado, y el despliegue de la visión de Dios como desarrollo de la revelación, del otro.
Además, Pannenberg, profundiza en el valor histórico de la resurrección, la necesaria verdad de ese hecho y su significado escatológico. Así, la verdad que sostiene a la humanidad es la resurrección, sin ella nada tiene significado.
En el diálogo con la ciencia y la filosofía están algunas de sus obras principales: El hombre como problema (Salamanca, 1976); Teoría de la ciencia y teología (Madrid, 1981); Antropología en perspectiva filosófica (Salamanca, 1993); Metafísica de la idea de Dios (1999); Una historia de la filosofía desde la idea de Dios. Teología y filosofía (2002). Estos textos son testimonio de una fe que decide pensarse a sí misma desde una perspectiva de búsqueda de sentido de la vida del hombre.
Sobre la revelación, Fundamentos de cristología (Salamanca, 1974); Teología y reino de Dios (Salamanca, 1974); La Fe de los Apóstoles (Salamanca, 1975); Cuestiones fundamentales de teología sistemática (Salamanca, 1976); Ética y eclesiología (Salamanca 1985). Se dice que Pannenberg pensó estudiar filosofía, pero cambió de idea cuando advirtió que esta disciplina era insuficiente para explicar al mundo, fue entonces que abrazó la teología
Rubén Moreira Valdez