La Iglesia católica en México es la institución más presente, de manera permanente y constante, en la profundidad del territorio. Lo hace a través del trabajo pastoral que realizan sus 16,000 sacerdotes y 32,000 religiosas y religiosos en la República.

Su trabajo lleva a los sacerdotes a introducirse a todas las regiones, para atender a sus fieles. Eso les permite, entre otras cosas, tener un conocimiento en el terreno de lo que sucede en el espacio de su parroquia.

Uno de estos sacerdotes es Gregorio López Gerónimo, conocido como padre Goyo, quien, en Apatzingán, Michoacán, fundó la organización El Buen Samaritano.

El padre Goyo en una entrevista a Carlos Arrieta (El Universal, 3.7.23) da cuenta de lo que en materia de seguridad se vive en la región de la Tierra Caliente.

Asegura que en los últimos cinco años se han tenido que desplazar 125,000 personas de sus localidades en busca de seguridad y que muchas se han ido a Estados Unidos.

En Tierra Caliente, dice el sacerdote, “gobierna la delincuencia organizada, apoyada y apadrinada desde las esferas del gobierno. Aquí el cáncer está muy metido, dado que los gobernantes están involucrados y reciben dádivas”.

Sostiene que el gobernador Ramírez Bedolla y el secretario de Seguridad, José Alfredo Ortega, son los responsables “del desmadre que hay en Michoacán”.

No duda en decir que están involucrados con el crimen organizado. En el tiempo que llevan en el gobierno no han metido a ningún criminal a la cárcel.

El gobernador, dice el padre Goyo, acusa a los sacerdotes y al obispo de Apatzingán de hacer política, pero ”nosotros no estamos haciendo política. Estamos hablando por el pueblo, que lo entienda bien”.

Y añade “nosotros estamos hablando en nombre de Dios, en nombre del pueblo y de las víctimas, que son los pobres, son los protegidos de Dios, y son los predilectos de Dios, los huérfanos, las viudas”.

Afirma que “no estamos haciendo política, estamos cumpliendo una misión de vida y si mi vida es Cristo, morir es una garantía, dice san Pablo”.

El padre ha recibido diversas amenazas de muerte y se ha puesto precio a su cabeza. Su confianza es que “trabajo para Cristo, es mi jefe y tengo toda la confianza. Soy su protegido”.

Refiriéndose al gobierno afirma: “Les quedó grande el puesto y que lo reconozcan (…) hablan desde lejos, de oídas. Que tiene otros datos y los datos que tienen son del diablo, porque el único que miente es el diablo, y mentir de esa manera es un crimen (…)”, asegura el sacerdote.

Debería haber más testimonio como los del padre Goyo, que hablan de lo que ven en la profundidad del territorio. Se puede estar o no de acuerdo con lo que plantean, pero su punto de vista es fundamental para conocer y entender al México de hoy.

Rubén Moreira Valdez